Hace unos meses conocí a un chico por badoo (app de citas). Al principio todo era perfecto: hablábamos a diario, me mandaba fotos, incluso hacíamos videollamadas, aunque siempre con mala calidad y él ponía excusas de la conexión. Poco a poco me fue ganando la confianza, me contaba su vida, sus problemas familiares y me hacía sentir especial. Un día me dijo que necesitaba ayuda urgente porque estaba de viaje y le habían bloqueado la tarjeta. No era mucho dinero y, como ya me sentía en una relación, se lo envié. Después vinieron más excusas: gastos médicos, billetes de avión, trámites… Total que al final, desapareció.
Más tarde descubrí que las fotos eran robadas de un perfil real de otra persona y que todo había sido una suplantación de identidad. La parte más dura no fue solo perder dinero, sino darme cuenta de que me habían manipulado con mis propios sentimientos.